10.06.2008
Calentó el agua y se lo tomó
Su primera vez
Su respiración era honda y su cuerpo curvado debaja ver esas costillas sobresalidas en su raquítico torso.
La música ochentosa los acompañaba suave, al igual que las huracanadas sábanas de seda India. Y las velas sugerían con su llama, sombras entregadas, sobre la curiosa pared que observaba desvergonzada.
Una camisa en el piso, manchada de uvas tintas. Y un botón sin dueño.
Sonrisitas cómplices y miradas empalagosas. Caricias vulnerables y besos desmesurados.
Las gotas de sudor se fusionaban con su piel de gallina evidente, y esa guerra en su vientre, entre el sigue y el detente.
La frágil muñequita de porcelana sólo quedaría guardada en los álbumes familiares, al igual que una nueva historia, para tardes de té y bizcochuelo al lado de la chimenea.
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